Ejemplos de
Narrador en primera, segunda y tercera persona

El narrador es la entidad que relata una historia, y no debe confundirse con el escritor real. El narrador no es efectivamente una persona, sino una entidad abstracta. En algunos casos, el narrador puede ser el protagonista mismo de la historia, es decir, un personaje ficticio, pero en muchos otros se trata de una entidad que relata por fuera de las acciones del texto.

Los narradores pueden clasificarse según la persona gramatical que utilizan en mayor medida en la narración: la primera persona (yo, nosotros, nosotras), la segunda (tú, ustedes, vosotros, vosotras) y la tercera persona (él, ella, ellos, ellas).

  • Primera persona. Se utiliza para narrar los hechos desde el punto de vista del protagonista o de alguno de los personajes principales de la historia. En estos casos, se habla de narrador interno, es decir que pertenece al mundo imaginario de la narración.
  • Segunda persona. Es el caso menos frecuente y se utiliza para crear un oyente o lector, real o imaginario, a quien se apela constantemente y con quien se busca cierta complicidad. Por lo general, en estos casos se usa el tiempo presente.
  • Tercera persona. Se utiliza, en la mayoría de los casos, cuando el narrador se encuentra fuera de la historia. De acuerdo con el nivel de conocimiento que tenga de los hechos, será un tipo de narrador diferente.

Es importante señalar que los textos en tercera persona pueden no incluir la segunda y la primera persona. Sin embargo, cuando hay un narrador en segunda o primera persona, suelen incluirse también muchos fragmentos en tercera persona, como se observará en los ejemplos.

Tipos de narrador

Las tres personas gramaticales pueden utilizarse en diversos tipos de narrador, según el conocimiento de lo que narran o el punto de vista que adoptan:

  • Narrador omnisciente. Sabe todos los detalles de la historia y los despliega a medida que avanza el relato. Transmite no solo las acciones, sino también los pensamientos y los sentimientos de los personajes, e incluso sus recuerdos. Este narrador suele utilizar la tercera persona y se lo denomina “extradiegético” porque no pertenece al mundo de aquello que se narra (diégesis).
  • Narrador testigo. Es un personaje de la narración pero no interviene directamente en los acontecimientos o no es el protagonista de la historia. Narra lo que observó y/o lo que le contaron. Puede incluir suposiciones sobre lo que otros personajes sienten o piensan, pero no son certezas. Suele utilizar la tercera persona y ocasionalmente la primera.
  • Narrador protagonista. Cuenta su propia historia. Relata los hechos desde su punto de vista, comparte sentimientos, pensamientos y recuerdos propios, pero no sabe lo que piensan otros personajes. Esto significa que su conocimiento es menor al del narrador omnisciente. Utiliza principalmente la primera persona, pero en ocasiones también la tercera.
  • Narrador equisciente. Aunque narra en tercera persona, su conocimiento es el mismo que el de uno de los personajes. Suele utilizarse en historias de misterio o policiales, acompañando al investigador en su descubrimiento paulatino de los hechos.
  • Narrador enciclopédico. No suele encontrarse en las obras de ficción, pero sí en las históricas o sociológicas. Se narran hechos con la mayor imparcialidad posible y de una manera que tiende a la objetividad. Siempre escribe en tercera persona.
  • Monólogo interior. Es lo que se conoce como “flujo de conciencia”. En este caso, el narrador no se dirige a nadie, sino que se trata de una técnica literaria que busca reproducir el pensamiento del personaje directamente en forma de texto, por lo cual muchas veces puede ser de difícil comprensión.
  • Narrador deficiente. Los conocimientos que transmite son menos que los que tienen los personajes. Relata solo aquello que puede ser visto u oído, sin transmitir pensamientos o sentimientos de los personajes.
  • Narrador múltiple. Una misma historia puede ser narrada desde distintos puntos de vista. Esto puede presentarse, por ejemplo, dedicando un capítulo a cada narrador testigo, o con un narrador equisciente que relate los hechos en tercera persona, primero detallando la información que conoce uno de los personajes y luego detallando la que conoce otro.

Ejemplos de narrador en primera persona

  1. La aventura de la inquilina del velo, de Arthur Conan Doyle

Si se piensa en que Holmes permaneció ejerciendo activamente su profesión por espacio de veinte años, y que durante diecisiete de ellos se me permitió cooperar con él y llevar el registro de sus hazañas, se comprenderá fácilmente que dispongo de una gran masa de material. Mi problema ha consistido siempre en elegir, no en descubrir.

Aquí tengo la larga hilera de agendas anuales que ocupan un estante, y ahí tengo también las cajas llenas de documentos que constituyen una verdadera cantera para quien quiera dedicarse a estudiar no solo hechos criminosos, sino los escándalos sociales y gubernamentales de la última etapa de la era victoriana. A propósito de estos últimos, quiero decir a los que me escriben cartas angustiosas, suplicándome que no toque el honor de sus familias o el buen nombre de sus célebres antepasados, que no tienen nada que temer. La discreción y el elevado sentimiento del honor profesional que siempre distinguieron a mi amigo siguen actuando sobre mí en la tarea de seleccionar estas memorias, y jamás será traicionada ninguna confidencia.

  1. Viaje de Gulliver a Liliput, de Jonathan Swift

Actué como médico en dos barcos sucesivamente y durante seis años hice varios viajes a las Indias Orientales y Occidentales, lo que me permitió aumentar mi fortuna. Pasaba mis horas de ocio leyendo a los mejores autores antiguos y modernos, pues llevaba siempre conmigo muchos libros. Cuando estaba en tierra, estudiaba las costumbres y la índole de la población, y trataba de aprender su idioma, lo que me facilitaba mi buena memoria.

  1. Memorias del subsuelo, de Fiódor Dostoievski

Aún ahora, luego de tantos años, ese recuerdo sigue siendo extraordinariamente vívido y molesto. Tengo muchos recuerdos desagradables, pero… ¿por qué no interrumpir aquí estas memorias? Me parece que fue un error comenzarlas. Sin embargo, por lo menos me he sentido avergonzado durante todo el tiempo en que las escribí, de modo que no son literatura, sino un castigo y una expiación.

  1. Funes el memorioso, de Jorge Luis Borges

Lo recuerdo, la cara taciturna y aindiada y singularmente remota, detrás del cigarrillo. Recuerdo (creo) sus manos afiladas de trenzador. Recuerdo cerca de esas manos un mate, con las armas de la Banda Oriental; recuerdo en la ventana de la casa una estera amarilla, con un vago paisaje lacustre. Recuerdo claramente su voz; la voz pausada, resentida y nasal del orillero antiguo, sin los silbidos italianos de ahora.

  1. La migala, de Juan José Arreola

El día en que Beatriz y yo entramos en aquella barraca inmunda de la feria callejera, me di cuenta de que la repulsiva alimaña era lo más atroz que podía depararme el destino.

Unos días más tarde volví para comprar la migala, y el sorprendido saltimbanqui me dio algunos informes acerca de sus costumbres y su alimentación extraña. Entonces comprendí que tenía en las manos, de una vez por todas, la amenaza total, la máxima dosis de terror que mi espíritu podía soportar.

Ejemplos de narrador en segunda persona

  1. Memorias del subsuelo, de Fiódor Dostoievski

Bueno, prúebenlo ustedes; pidan más independencia. Tomen a cualquiera, desátenle las manos, ensanchen su campo de actividades, aflojen la disciplina, y… bueno, créanme, en seguida querrán que le vuelvan a imponer la misma disciplina. Sé que lo que digo les molestará, que los hará patear el suelo.

  1. Si una noche de invierno un viajero, de Ítalo Calvino

No es que esperes nada particular de este libro particular. Eres alguien que por principio no espera ya nada de nada. Hay muchos, más jóvenes que tú o menos jóvenes, que vienen a la espera de experiencias extraordinarias; en los libros, las personas, los viajes, los acontecimientos, en lo que el mañana te reserva. Tú no. Tú sabes que lo mejor que cabe esperar es evitar lo peor. Esta es la conclusión a la que has llegado, tanto en la vida personal como en las cuestiones generales y hasta en las mundiales.

  1. Aura, de Carlos Fuentes

Caminas, esta vez con asco, hacia ese arcón alrededor del cual pululan las ratas, asoman sus ojillos brillantes entre las tablas podridas del piso, corretean hacia los hoyos abiertos en el muro escarapelado. Abres el arcón y retiras la segunda colección de papeles. Regresas al pie de la cama; la señora Consuelo acaricia a su conejo blanco.

  1. Carta a una señorita en París, de Julio Cortázar

Usted sabe por qué vine a su casa, a su quieto salón solicitado de mediodía. Todo parece tan natural, como siempre que no se sabe la verdad. Usted se ha ido a París, yo me quedé con el departamento de la calle Suipacha, elaboramos un simple y satisfactorio plan de mutua convivencia hasta que septiembre la traiga de nuevo a Buenos Aires.

  1. Diario de invierno, de Paul Auster

Piensas que nunca te va a pasar, imposible que te suceda a ti, que eres la única persona del mundo a quien jamás ocurrirán esas cosas, y entonces, una por una, empiezan a pasarte todas, igual que le suceden a cualquier otro.

Tus pies descalzos en el suelo frío cuando te levantas de la cama y vas a la ventana. Tienes seis años. Afuera cae la nieve, y en el jardín las ramas de los árboles se están poniendo blancas.

Ejemplos de narrador en tercera persona

  1.  La noche boca arriba, de Julio Cortázar

A mitad del largo zaguán del hotel pensó que debía ser tarde y se apuró a salir a la calle y sacar la motocicleta del rincón donde el portero de al lado le permitía guardarla. En la joyería de la esquina vio que eran las nueve menos diez; llegaría con tiempo sobrado adonde iba. El sol se filtraba entre los altos edificios del centro, y él —porque para sí mismo, para ir pensando, no tenía nombre— montó en la máquina saboreando el paseo. La moto ronroneaba entre sus piernas, y un viento fresco le chicoteaba los pantalones.

  1. No oyes ladrar los perros, de Juan Rulfo

El viejo se fue reculando hasta encontrarse con el paredón y se recargó allí, sin soltar la carga de sus hombros. Aunque se le doblaban las piernas, no quería sentarse, porque después no hubiera podido levantar el cuerpo de su hijo, al que allá atrás, horas antes, le habían ayudado a echárselo a la espalda. Y así lo había traído desde entonces.

  1. Mejor que arder, de Clarice Lispector

Era alta, fuerte, con mucho cabello. La madre Clara tenía bozo oscuro y ojos profundos, negros.

Había entrado en el convento por imposición de la familia: querían verla amparada en el seno de Dios. Obedeció.

Cumplía sus obligaciones sin reclamar. Las obligaciones eran muchas. Y estaban los rezos. Rezaba con fervor.

Y se confesaba todos los días. Todos los días recibía la hostia blanca que se deshacía en la boca.

Pero empezó a cansarse de vivir sólo entre mujeres. Mujeres, mujeres, mujeres.

  1. El almohadón de plumas, de Horacio Quiroga

Su luna de miel fue un largo escalofrío. Rubia, angelical y tímida, el carácter duro de su marido heló sus soñadas niñerías de novia. Lo quería mucho, sin embargo, a veces con un ligero estremecimiento cuando volviendo de noche juntos por la calle, echaba una furtiva mirada a la alta estatura de Jordán, mudo desde hacía una hora.

  1. La canción de Peronelle, de Juan José Arreola

Desde su claro huerto de manzanos, Peronelle de Armentières dirigió al maestro Guillermo su primer rondel amoroso. Puso los versos en una cesta de frutas olorosas, y el mensaje cayó como un sol de primavera en la vida oscurecida del poeta.

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Equipo editorial, Etecé (30 de abril de 2024). Narrador en primera, segunda y tercera persona. Enciclopedia de Ejemplos. Recuperado el 26 de noviembre de 2024 de https://www.ejemplos.co/15-ejemplos-de-narrador-en-primera-segunda-y-tercera-persona/.

Sobre el autor

Fecha de publicación: 17 de octubre de 2016
Última edición: 30 de abril de 2024

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