Aunque forma parte del ciclo natural de todo ser viviente, la muerte suele ser un durísimo golpe, que desata sentimientos de enorme tristeza, desolación y angustia. La finitud de la vida es una prueba de que estamos expuestos al rigor del destino.
El momento de enterrar a los muertos es también el momento de dar consuelo a los vivos, allegados de quienes parten de este mundo en el sentido físico, aunque no en el espiritual. Para mitigar el dolor y la pena, el hombre necesita recordar y honrar a la persona que parte.
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Tradiciones de culto a los muertos
Casi todas las culturas y religiones han seguido pautas que marcaron el modo en que se debe despedir a los difuntos, incluso desde épocas muy remotas. Civilizaciones precolombinas muy antiguas como la azteca, la inca o la maya también han dejado huellas de sus tradiciones mortuorias.
En las grandes religiones monoteístas existen oraciones fúnebres tradicionales, que se dicen en ocasión de velatorios, entierros y visitas al cementerio. Estas ruegan por el ingreso de quien ha partido al cielo y por el reposo de su alma en el Paraíso, donde Dios acoge a las almas bondadosas en el descanso eterno. A veces la oración fúnebre la pronuncia un funcionario religioso, otras lo hacen los propios deudos en conjunto con alguna autoridad religiosa.
Ejemplos de oraciones fúnebres
Se dan a continuación doce oraciones fúnebres, a modo de ejemplo:
- Señor, te encomendamos el alma de tu siervo(a) … [aquí se menciona el nombre del difunto] y te suplicamos, Cristo Jesús, Salvador del mundo, que no le niegues la entrada en el regazo de tus patriarcas, ya que por ella bajaste misericordiosamente del cielo a la tierra. Reconócela, Señor, como criatura tuya; no creada por dioses extraños, sino por ti, único Dios vivo y verdadero, porque no hay otro Dios fuera de Ti ni nadie que produzca tus obras. Llena, Señor, de alegría su alma en tu presencia y no te acuerdes de sus pecados pasados ni de los excesos a que la llevó el ímpetu o ardor de la concupiscencia. Porque, aunque haya pecado, jamás negó al Padre, ni al Hijo, ni al Espíritu Santo; antes bien, creyó, fue celoso de la honra de Dios y adoró fielmente al Dios que lo hizo todo.
- ¡Oh Buen Jesús! El dolor y sufrimiento de los demás conmovía siempre tu corazón. Mira con piedad las almas de mis queridos familiares del Purgatorio. Oye mi clamor de compasión por ellos y haz que aquellos a quienes separaste de nuestros hogares y corazones disfruten pronto del descanso eterno en el hogar de tu amor en el cielo.
- Oh Dios, Creador y Redentor de todos los fieles, conceded a las almas de vuestros siervos y siervas la remisión de todos sus pecados, para que por las humildes súplicas de la Iglesia, alcancen el perdón que siempre desearon; por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
- ¡Oh Jesús, único consuelo en las horas eternas del dolor, único consuelo sostén en el vacío inmenso que la muerte causa entre los seres queridos! Tú, Señor, a quien los cielos, la tierra y los hombres vieron llorar en días tristísimos; tú, Padre amantísimo, compadécete también de nuestras lágrimas.
- Oh Dios, que nos mandasteis honrar a nuestro padre y a nuestra madre, sed clemente y misericordioso con sus almas; perdonadles sus pecados y haced que un día pueda verlos en el gozo de la luz eterna. Amén.
- Oh Dios que concedéis el perdón de los pecados y queréis la salvación de los hombres, imploramos vuestra clemencia en favor de todos nuestros hermanos, parientes y bienhechores que partieron de este mundo, para que, mediante la intercesión de la bienaventurada Virgen María y de todos los Santos, hagáis que lleguen a participar de la bienaventuranza eterna; por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
- En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Hermanos pidamos a Dios perdón por nuestros pecados y por las culpas de nuestro(a) hermano(a) difunto(a) … [aquí se menciona el nombre del difunto]. Yo confieso ante Dios Todopoderoso y ante vosotros hermanos que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra u omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa, por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los Ángeles, a los Santos y a vosotros hermanos que intercedáis por mi ante Dios nuestro Señor. Amén. [Todos los presentes]. Oremos [Funcionario religioso o guía]. Señor Jesucristo, Tú permaneciste tres días en el sepulcro, dando así a toda sepultura un carácter de espera en la esperanza de la resurrección. Concede a tu siervo reposar en la paz de este sepulcro hasta que Tú, resurrección y vida de los hombres, lo resucites y lo lleves a contemplar la luz de tu rostro. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén [Todos los presentes].
- Yo me postro sobre esta tierra donde reposan los restos mortales de mis queridos padres, parientes, amigos, y todos mis hermanos en la fe que me han precedido en el camino de la eternidad. Mas ¿Qué puedo hacer yo por ellos? ¡Oh divino Jesús, que padeciendo y muriendo por nuestro amor nos comprasteis con el precio de vuestra sangre la eterna vida; yo se que vivís y escucháis mis plegarias y que es copiosísima la gracia de vuestra redención. Perdonad, pues oh Dios misericordioso, a las almas de estos mis amados difuntos, libradlas de todas las penas y de todas las tribulaciones, y acogedlas en el seno de vuestra Bondad y en la alegre compañía de vuestros Ángeles y Santos para que, libres de todo dolor y de toda angustia, os alaben, gocen y reinen con Vos en el Paraíso de vuestra gloria por todos los siglos de los siglos. Amén.
- Haced, oh Dios omnipotente, que el alma de vuestro siervo (o sierva) que ha pasado de este siglo al otro, purificada con estos sacrificios y libre de pecados, consiga el perdón y el descanso eterno. Amén. Yo pongo mi esperanza en Ti, Señor, y confío en tu palabra. De lo más hondo te invoco, Señor; escucha mi voz, estén tus oídos atentos al clamor de mi plegaria. Yo pongo mi esperanza. Si llevas cuentas de las culpas, ¿Quién podrá subsistir? Pero Tú perdonas, Señor: Yo temo y espero.
- Padre Eterno, te ofrezco la Preciosísima Sangre de Tu Divino Hijo, Jesucristo, en unión con todas las Misas que se celebran en el mundo entero en este día, por todas las Benditas Ánimas del Purgatorio, por los pecadores en todas partes, por los pecadores en la Iglesia universal, por aquéllos en mi casa y en mi familia.
- Que la subida del camino te encuentre. Que el viento sople siempre a tus espaldas. Que el sol brille cálido sobre tu cara. Que la lluvia caiga suave sobre tus campos y hasta que nos volvamos a encontrar, que el Señor te guarde en la palma de Su mano (oración fúnebre irlandesa).
- Oh gran Nzambi, lo que has hecho es bueno, pero nos has traído una gran tristeza con la muerte. Deberías haberlo planeado de manera que no estuviéramos sujetos a la muerte. Oh Nzambi, estamos afligidos con gran tristeza (oración fúnebre del Congo).
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