Las fábulas son textos literarios de corta extensión con un contenido educativo o ejemplificador. Por lo general, están destinadas a los niños y niñas, por lo cual desempeñan un rol importante dentro de la literatura infantil. Son textos con una finalidad didáctica que estimula la curiosidad, la reflexión y la adquisición de valores, y suelen ser de transmisión oral.
Los personajes de las fábulas son animales o seres inanimados que realizan acciones propias de los humanos, es decir que están personificados. De esta forma, permiten analizar distintas virtudes y defectos de las personas de una manera pedagógica, a fin de transmitir una reflexión moral, que suele ser la moraleja. Esta puede aparecer de manera explícita en una frase final, o bien ser implícita, para que la deduzca el receptor.
- Ver además: Fábulas con moraleja para niños
Origen y evolución de la fábula
El origen de la fábula se sitúa en Oriente, particularmente en la India, donde ciertas culturas buscaban difundir entre los hijos de los nobles valores y virtudes que los ayudaran a convertirse en buenos gobernantes.
Luego, a través de los viajeros, se fueron transmitiendo a Europa. En Grecia, Esopo fue uno de los cultores más destacados del género, mientras que, en Roma, Horacio y Fedro se han inspirado en muchos de sus textos para escribir los propios.
Luego, la fábula se difundió en todo el mundo a través de las distintas campañas de conquista, y llega a la actualidad conservando sus características originales, tanto en lo que respecta a sus elementos formales como a su voluntad moralizante.
Estructura de las fábulas
Las fábulas constituyen también la expresión mínima de algunas cuestiones relativas a los textos narrativos; su corta extensión hace que los relatos deban condensar rápidamente sus elementos principales:
- Introducción. Se presentan los personajes, el tiempo y el lugar, y las primeras acciones que llevarán al conflicto principal.
- Nudo. Se detalla lo que les sucede a los personajes, es el problema al que deben enfrentarse.
- Desenlace. Se resuelve el conflicto que se presentó en el nudo y se da cierre a la historia.
- Moraleja. Se transmite una lección o enseñanza moral relacionada con el valor que se busca ejemplificar.
- Puede servirte: Introducción, nudo y desenlace
Ejemplos de fábulas cortas
- El lobo con piel de cordero
Para poder comerse a los corderos del rebaño, un lobo decidió meterse dentro de una piel de cordero y despistar al pastor. De esta manera, al atardecer, el granjero lo llevó junto al rebaño y cerró la puerta del corral para que no pudiera entrar ningún lobo. Sin embargo, a la noche el pastor entró al corral para tomar un cordero para la cena del día siguiente. Así, tomó al lobo creyendo que era un cordero y lo sacrificó al instante.
Moraleja: Quien hace el engaño recibe el daño.
- El perro y su reflejo
Había una vez un perro que estaba cruzando un lago. Al hacerlo, llevaba una presa bastante grande en su boca. Mientras lo cruzaba, se vio a sí mismo en el reflejo del agua. Creyendo que era otro perro, y al ver el enorme trozo de carne que llevaba, se lanzó a arrebatársela. Sin embargo, al querer quitarle la presa a su propio reflejo, perdió la presa que tenía en su boca y se quedó sin nada.
Moraleja: La ambición de tenerlo todo nos puede llevar a perder lo que hemos logrado.
- Pedro y el lobo
Pedro solía divertirse burlándose de sus vecinos, pues gritaba diciendo que había un lobo y cuando todos iban a socorrerlo se reía y les decía que había sido una mentira. Un día, verdaderamente vino un lobo y quiso atacar a su rebaño. El problema fue que cuando Pedro comenzó a pedir auxilio, nadie le creyó, por lo cual el lobo acabó por comerse a todas sus ovejas.
Moraleja: No debemos mentir, pues si no nadie nos creerá cuando digamos la verdad.
- La zorra y las uvas
Una zorra tenía hambre y vio un enorme racimo de uvas colgando de una vid. Se acercó e intentó llegar a ellas, pero por más que se esforzó, no logró ni siquiera rozarlas. Al darse cuenta de que no podría alcanzarlas, se alejó del lugar, en medio de una gran frustración, exclamando: “Esas uvas estaban tan verdes que seguramente sabían mal, ¡ni siquiera las quería!”.
Moraleja: Si no logramos alcanzar una meta, no debemos menospreciarla ni culpar a otras personas o a las circunstancias por nuestros planes fallidos.
- La liebre y la tortuga
La liebre siempre se burlaba de la tortuga por su lentitud. Un día, la tortuga, cansada de su actitud, la desafió a correr una carrera. La liebre, entre risas y muy segura de sí misma, aceptó el duelo. Cuando comenzó la carrera, ella salió a toda prisa y la tortuga hizo lo propio con su lento andar. Como la liebre daba por descontado que ganaría ella, decidió dormir una siesta poco antes de llegar a la meta. Cuando despertó, se dio cuenta de que se había dormido demasiado tiempo y que la tortuga estaba a dos pasos de llegar. Corrió a toda velocidad pero no hizo a tiempo, por lo cual la tortuga ganó la carrera y fue ovacionada por los animales del bosque.
Moraleja: La vanidad y la soberbia nos pueden jugar una mala pasada, y nunca debemos subestimar o burlarnos de aquellos que no tienen las mismas habilidades que nosotros.
- La gallina de los huevos de oro
Una pareja de granjeros muy pobres compró un día la gallina más grande y linda que había en el mercado. A la mañana siguiente, cuando fueron al gallinero a buscar los huevos, se encontraron con una sorpresa: ¡había puesto un huevo de oro! La pareja no salía de su asombro, y más cuando vieron que este extraño suceso se repetía día tras día. Así fue como se volvieron ricos, hasta que, presos de la codicia, se les ocurrió matar a la gallina para no tener que esperar a que pusiera un huevo por día, y entonces acceder a la fuente de toda esa riqueza de una vez por todas. Lo hicieron, pero cuando mataron y abrieron a la gallina no encontraron nada.
Moraleja: La codicia y la avaricia nunca son buenas consejeras, pues nos pueden llevar a perder lo que tenemos.
- La cigarra y la hormiga
La cigarra disfrutaba muy tranquila del verano, mientras veía a la hormiga trabajar duramente, recogiendo alimentos para el invierno. Aunque le aconsejaba a la cigarra que dejara de ser tan holgazana e hiciera lo mismo que ella, esta no hacía caso y seguía cantando muy despreocupada bajo el sol. Un día, el invierno llegó, y la cigarra se encontró a la intemperie, muerta de frío y sin alimento. Decidió entonces acercarse a la casa de la hormiga y pedirle ayuda, pero ella le respondió: “Mientras yo trabajaba, tú no hacías nada, mira ahora cómo estamos”. Y diciendo esto, le cerró la puerta en la cara. La cigarra se fue cabizbaja, pero aprendió la lección.
Moraleja: Debemos repartir el tiempo entre el trabajo y el ocio, y ser precavidos para los tiempos difíciles, porque todo puede cambiar de un día para otro.
- El ratón y el león
Un día el león se disponía a descansar luego de un largo día de caza. Se echó debajo de un árbol, y en cuanto estaba por dormirse sintió una molestia en la nariz. Cuando abrió los ojos, vio que se trataba de un ratón, entonces se dispuso a comerlo para poder descansar de una buena vez. En ese momento, el ratoncito le suplicó que no lo hiciera, que si lo dejaba ir algún día se lo compensaría. Entre risas, el león lo dejó escapar, incrédulo de esa promesa. Tiempo después, el león quedó atrapado en la red de un cazador. Comenzó a gritar desesperado y el ratón lo escuchó. Así fue como se acercó y, con sus filosos dientes, pudo romper la red y salvar al león de su captor.
Moraleja: Las buenas acciones tienen su retribución, y una ayuda puede provenir de quienes menos lo esperamos.
- La rana y el escorpión
Un día descansaba la rana a la orilla de un río cuando vio que se acercaba un escorpión. Atemorizada, se puso en guardia. Cuando lo tuvo enfrente, el escorpión le pidió si por favor podía cruzarlo en su lomo porque necesitaba llegar a la otra orilla. La rana desconfió, pero la convenció cuando comprendió que si el escorpión la picaba, ambos morirían ahogados. Así fue como lo subió a su lomo y comenzó a nadar a través del río. En medio del camino, sintió un profundo pinchazo en su lomo y se dio cuenta de que el escorpión la había picado. Cuando le preguntó por qué lo había hecho, puesto que ahora los dos morirían, el escorpión, mientras se hundían, le respondió: “No pude evitarlo, está en mi naturaleza”.
Moraleja: Los demás no tienen por qué actuar como lo haríamos nosotros: aunque alguien muestre buenas intenciones, los rasgos que forman parte de su naturaleza no cambian.
- El caballo y el asno
Un campesino tenía un caballo y un asno que usaba como animales de carga. Un día, los dos iban con mucho peso en el lomo hacia la ciudad, y el asno ya no podía resistir más, por lo cual le pidió al caballo que lo ayudara con su carga. El caballo, indiferente, hizo oídos sordos al pedido, y unos minutos después el asno cayó derrotado y murió al instante. Entonces, el campesino tomó toda su carga y la puso encima del caballo, a lo que sumó también la piel del asno. Así, el caballo, por no haber querido ayudarlo, debió cargar con todo el peso el resto del camino.
Moraleja: Siempre debemos ayudar al prójimo, pues de no hacerlo, de un modo u otro, terminamos perjudicándonos a nosotros mismos.
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