Los barbarismos son vicios del lenguaje que consisten en pronunciar o escribir mal ciertas palabras, o emplear vocablos impropios, por creer que tienen cierto significado, cuando en verdad su significado es otro. Por ejemplo: naides, guevo, fuistes.
La lengua española (como todas las demás) cuenta con una serie de recursos para que la comunicación, ya sea por la vía oral o por la escrita, resulte efectiva, lo que en parte depende de que el receptor comprenda o decodifique correctamente los mensajes.
La mayoría de las personas escolarizadas van adquiriendo los conocimientos léxicos y normativos básicos que rigen su lengua y logran construir las palabras y las oraciones al hablar y escribir en forma adecuada.
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Ejemplos de barbarismos
Aquí se listan algunos barbarismos muy comunes a modo de ejemplo, con la correspondiente aclaración de cuál es la palabra correcta:
- ‘Comprastes’ por compraste.
- ‘Guevo’ por huevo
- ‘Inaguración’ por inauguración
- ‘Nadies’ por nadie
- ‘Picsa’ por pizza
- ‘Custión’ por cuestión
- ‘Interperie’ por intemperie
- ‘Fuistes’ por fuiste
- ‘Ambos dos’ por ambos
- ‘Jrito’ por frito
- ‘Lo hechó’ por lo echó (le dijo que se fuera)
- ‘Hebreo’ por israelí (nacido en Israel)
- ‘Vertir’ por verter
- ‘Hindú’ por indio (nacido en la India)
- ‘Trompezar’ por tropezar
- ‘Adición’ por adicción
- ‘Exepto’ por excepto
- Es ‘lego’ en la materia (significa que no es experto en ese tema, pero se suele emplear al querer decir lo contrario)
- ‘Líbido’ por libido
- ‘Hubieron’ por hubo
Características de los barbarismos
El concepto de barbarismo suele tener un matiz peyorativo pues, si atendemos a su etimología, lo bárbaro tiene que ver con lo violento, lo rústico o lo descuidado, y transmite la idea de que el barbarismo será empleado por aquellas personas incluidas en los estratos socioculturales más bien bajos, no dotados de la competencia idiomática como para identificar los caminos correctos del lenguaje.
Sin embargo, en muchos casos los barbarismos no hacen más que seguir las reglas generales del lenguaje y aplicarlas para casos en los que arbitrariamente no corresponde hacerlo, por lo que la confusión resulta el desenlace más frecuente.
No es casualidad que los barbarismos sean:
- Errores típicos de los niños. Por ejemplo: Me trompecé (en lugar de Me tropecé)
- Conjugaciones erróneas de verbos. Por ejemplo: Yo sabo (en lugar de Yo sé) o No te caigás (en lugar de No te caigas)
- Plurales mal construidos. Por ejemplo: Me duelen los pieses (en lugar de Me duelen los pies)
- Ciertos adjetivos gentilicios. En estos casos, existe un problema adicional, que es que un mismo nombre propio de localidad en su versión acortada (por ejemplo: Santiago) puede aludir a diferentes ciudades (S. del Estero, S. de Chile, S. de Compostela), y éstas asumen diferentes gentilicios: santiagueño, santiaguino y santiaguense, respectivamente.
Otros barbarismos
La otra idea de barbarismo tiene más que ver con la esencia del término y se corresponde con aquellas palabras que se utilizan erróneamente por el simple desconocimiento de su correcta escritura, pronunciación o significación.
Es claro que el origen más inmediato de estos barbarismos es la transmisión intergeneracional de estas palabras mal pronunciadas o mal usadas, que luego serán repetidas con el mismo error.
En algunos casos los barbarismos se vinculan más con las pronunciaciones típicas de cierta región y la influencia de otras lenguas en sociedades multiculturales, lo que agrega un factor más en la determinación del error típico.
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