10 Ejemplos de
Conductismo en el aula

El conductismo o behaviorismo (del inglés behavior) es una corriente psicológica que estudia la conducta manifiesta y observable. La conducta es entendida como la relación entre un conjunto de estímulos y otro de respuestas.

Muchas técnicas conductistas son empleadas con fines educativos, para estimular el estudio y la dedicación de los estudiantes. Varias metodologías que se utilizan hoy en el aula se basan en teorías conductistas, especialmente en el condicionamiento operante. Por ejemplo, destacar a un alumno con una estrella es un refuerzo positivo, y reducir el tiempo de recreo es un refuerzo negativo.

El conductismo fue fundado por John Broadus Watson (1878-1958) en Estados Unidos. Watson criticó la metodología de la psicología experimental, fundada por Wilhelm Wundt (1832-1920) por ser introspectiva, es decir, que extraía datos sobre el funcionamiento mental a partir de la autoobservación.

Watson afirmaba que para ser científica, la psicología solo podía basarse en la conducta manifiesta. Conceptos como la mente o la conciencia no podían ser estudiados objetivamente.

Existen más de diez tipos de conductismo. Diferentes investigadores han planteado métodos y objetivos distintos. Por ejemplo, el conductismo intencional (Edward Tollman), el conductismo deductivo (Clark Hull) y el conductismo radical (Burrhus Frederic Skinner), entre otros.

Condicionamiento clásico y operante

El conductismo supone que el aprendizaje se forma por medio del encadenamiento de reflejos condicionados (respuestas adquiridas ante un estímulo). Ese proceso puede generar conductas simples y complejas. Hay dos formas de condicionamiento principales:

Condicionamiento clásico

El condicionamiento clásico es la creación de una conexión entre un estímulo neutro (que no provoca una respuesta) y un reflejo ya existente. Se “aprende” una respuesta determinada al asociar un estímulo nuevo con el estímulo que ya provocaba esa respuesta.

El condicionamiento clásico se basa en las investigaciones realizadas por el psicólogo ruso Pavlov. En uno de sus experimentos logró que un perro asociara el sonido de una campana (estímulo neutro) con la comida (estímulo previo que provoca una una respuesta). Así, el perro comenzaba a salivar (respuesta) incluso si no se le entregaba la comida de inmediato. El condicionamiento clásico es un aprendizaje sobre el estímulo.

En el aula es posible utilizar el mecanismo de condicionamiento clásico para que los estudiantes asocien una clase con un estímulo agradable. Por ejemplo, si a un grupo de estudiantes no le gusta la hora de matemática, el docente puede proponer escuchar una canción que les guste antes de comenzar a trabajar. Con el tiempo, los alumnos van a asociar esa clase con el estímulo musical.

Condicionamiento operante

El condicionamiento operante es la asociación de una conducta con determinadas consecuencias. Fue formulado por B. Skinner, que se basó en las teorías previas de estímulo-respuesta, pero con el foco en las respuestas, y no en el estímulo.

En este caso el aprendizaje se da mediante un procedimiento en el que la probabilidad de determinada respuesta depende de las consecuencias esperadas. Para utilizar el condicionamiento operante como método de enseñanza, una conducta esperada se refuerza con estímulos agradables y positivos y una conducta no deseada se castiga con estímulos negativos y desagradables.

Por ejemplo, si la conducta deseada es que el perro traiga la pelota se debería premiarlo con comida cuando lo hace (refuerzo positivo), y suspender el tiempo de juego cuando no lo haga (refuerzo negativo).

En el aula el condicionamiento operante se utiliza con frecuencia, para reforzar y estimular las conductas que se consideran adecuadas y extinguir las que no. Por ejemplo, los estudiantes realizan un trabajo grupal de forma colaborativa y reciben una felicitación por su comportamiento.

Ejemplos de conductismo en el aula

  1. Premiar la intervención. Muchos docentes entregan un sticker o una pegatina a los chicos que intervienen en clase o hacen bien sus asignaciones, a modo de reconocimiento público de su buen desempeño. De esta manera se estimula esa conducta y se desestimula la contraria.
  2. Castigar el mal comportamiento. Un alumno que conversa continuamente en clase puede ser castigado cambiándolo de lugar o pidiéndole que se retire. Esto haría que la conducta sea asociada a una consecuencia negativa y se modifique.
  3. Restar y sumar puntos. Se establece un sistema de reforzamiento en que se determina cuáles conductas serán premiadas con puntos y cuáles no. Se restan o suman puntos según el caso. Cuando los estudiantes se esfuerzan por ganar puntos, funciona como un estímulo positivo.
  4. Aproximar sucesivamente la conducta. Se trata de acercar una conducta compleja o que lleva varios pasos gradualmente. Por ejemplo, en un grupo de niños pequeños se quiere lograr autonomía a la hora de merendar. Para eso, se incentiva primero a que tomen su vianda, luego que busquen su vaso y por último que se sienten. Cada paso hacia la conducta deseada es reforzado positivamente con palabras.
  5. Realizar ejercicios de repetición. Se enseña a dibujar las letras de determinada manera y se afianza su aprendizaje por medio de la repetición del dibujo.
  6. Otorgar privilegios. El estudiante que termina sus tareas en un tiempo determinado puede elegir dónde sentarse al día siguiente. En el caso de niños pequeños, el privilegio puede ser elegir primero a qué jugar.
  7. Establecer conductas esperadas. Se comunica claramente lo que se espera que hagan los estudiantes y se plasma en un afiche o cartel, pautando consecuencias negativas ante su incumplimiento.
  8. Enviar notas por escrito. Se refuerzan las conductas positivas por medio de una nota de felicitación en la que se indica en qué momentos un estudiante se comportó adecuadamente. También puede ser un refuerzo negativo en el que se indique el comportamiento inadecuado. Para escolares de primeros años es común la utilización de imágenes (caras felices o tristes).
  9. Modelar la conducta. Se trata de que los docentes se comporten de la forma en que esperan que lo hagan sus alumnos, por ejemplo, siendo amables, respetando turnos para hablar, evitando gritar, resolviendor los problemas a través de conversaciones.
  10. Establecer rutinas. Las rutinas constantes y claras son una forma de condicionamiento porque, al seguirlas regularmente, generan que los estudiantes puedan predecir lo que va a pasar: llegar a la escuela y saludar a la bandera, esperar a que suene el timbre para salir.

Ventajas y desventajas del conductismo en el aula

La metodología conductista es apropiada para lograr un clima de trabajo organizado y para estimular ciertas conductas. Una de las ventajas de su aplicación es que, al enfocarse en resultados medibles, permite plantear objetivos específicos y estrategias acordes para llevarlos a cabo. Además, promueve el autocontrol de los estudiantes porque beneficia algunos comportamientos mientras que censura otros.

Sin embargo, muchos de los postulados del conductismo educativo se encuentran hoy en día superados o en vías de superación, dado que asumen al alumno desde una perspectiva pasiva, en la que todos son iguales y deben aprender por igual. Además, se reduce su rol únicamente al de ser modelados.

Una crítica común es que el conductismo evalúa el proceso educativo a partir de los productos y no de los procesos mismos de aprendizaje. Muchos especialistas sostienen que otras metodologías de enseñanza proponen métodos más proactivos y ricos que resultan en aprendizajes más significativos.

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Referencias

  • Töpf, J. (2020). La conducta humana. Buenos Aires: Eudeba.

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Gómez, María Inés (25 de octubre de 2024). Conductismo en el aula. Enciclopedia de Ejemplos. Recuperado el 30 de octubre de 2024 de https://www.ejemplos.co/10-ejemplos-de-conductismo-en-el-aula/.

Sobre el autor

Autor: María Inés Gómez

Psicopedagoga (IES Alicia Moreau de Justo). Arteterapeuta (SEUBE-UBA y UCAECE).

Fecha de publicación: 25 de enero de 2017
Última edición: 25 de octubre de 2024

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