La descripción topográfica es una figura retórica o expresiva que consiste en describir un espacio o lugar determinado.
Es un recurso muy utilizado en todo tipo de textos en los que resulta importante que el lector se haga una idea del ambiente en el que ocurren las acciones. Podemos encontrar descripciones topográfica en textos expositivos, narrativos, crónicas o diarios de viaje.
Como todas las descripciones, las topográficas pueden ser objetivas (cuando se enfocan en describir las características concretas y comprobables de un espacio) o subjetivas (cuando se transmiten las sensaciones particulares del emisor con respecto al lugar descripto).
- Ver también: Tipos de descripción
Características de la descripción topográfica
- El paisaje es el protagonista, aunque la descripción puede darse en función de la emotividad de un personaje.
- El lugar se describe desde el punto de vista de un transeúnte, es decir, no desde una perspectiva fija.
- La descripción es lenta, por lo que su uso excesivo puede resultar desestimulante para el común de los lectores.
- Ver también: Descripción
Ejemplos de descripción topográfica
- Sobre un jardín
Al fondo del garaje se asomaba, como un relámpago, el jardín. Comenzaba con una grama suave y corta, de un verde amatista, que se abalanzaba sobre el concreto alrededor como queriendo huir despavorida, como esperando poder arrancarse de la tierra negra y húmeda de la zona. De inmediato se erguían los troncos casi grises del manzano y el limonero, modestos pero frondosos, compartiendo el aire limitado del jardín y el generoso sol del trópico, cual pilares que sostenían un techo de hojas gruesas, venosas, de un color profundo y orgulloso que se confundía con su propia sombra. Aquí y allá, a sus pies, diversas macetas anaranjadas, más o menos enteras, de las que surgía toda clase de arbustos floridos, algunos con frutos minúsculos insinuándose al final de las ramas, como en un árbol de navidad con los adornos mal puestos. Y luego de todo el paredón, abrazado por la hiedra venenosa y sus caminos torcidos, serpenteantes, empeñada en cubrir la mayor cantidad posible de superficie.
- Sobre una ciudad
Desde aquellas alturas la ciudad parecía sumergida en la calma. Largos y somnolientos edificios en la distancia, iluminados por sus propias luces como titanes de circo, revelaban el entramado de callejuelas y farolas nocturnas extendido a sus pies, un mapa que conducía a cada quien a sus hogares. Aquí y allá, inesperados, pozos de luz de neón hacían las veces de los árboles faltantes, en aquella masa de hormigón semejante una costra en la llanura que solamente la montaña de donde miraban interrumpía.
- Sobre un valle
El circuito de las montañas alrededor de la depresión abunda en riachuelos y caídas de agua que nutren al valle y propician su vasta flora y abundante fauna. Dado que no son tan escarpadas sus cimas, la luz solar lo inunda todo al menos hasta las copas de los árboles, en su mayoría abetos y sauces, que ocultan el suelo a la vista. Una inspección más cercana revelaría un suelo rico en humus y sumamente permeable, con numerosas ondulaciones y depresiones naturales a medida que tienden hacia el centro.
- Sobre un callejón
La primera impresión al asomarse en la estrecha callejuela era que nada podía pasar por allí, de lo atestados que estaban sus rincones con recipientes enormes de basura, cartones apilados como capas de cebolla y reclinados sobre una pared, y el esqueleto de un anciano sofá enmohecido y boca abajo en el medio. Pero unos segundos después se revelaba el sendero polvoriento, surcado de huellas de botas y de patas de perro y de latas de cerveza, a medida que la mirada serpentea entre las ventanas cerradas y la luz empieza a hacerse penumbra.
- Sobre una habitación
La cama, al fondo, era apenas un colchón grueso y blanco sobre el que se apilaban los libros, las cajas y otros objetos perfectamente ordenados, bajo una serie de posters de Madonna y Peter Gabriel pegados con cinta. A un lado, el escritorio, vacío y con las gavetas puestas encima, como rindiéndose ante un asaltante. Y un poco más acá, la puerta cerrada del clóset. Una ventana estrecha y larga se insinuaba en la pared contraria, haciendo necesario encender constantemente la luz: un bombillo desnudo que pendía de un hilo negro y grueso de cable plástico. El piso era de parquet y estaba prístino, reluciente, a pesar de las marcas blancas que lentamente conducían hacia la puerta, como si alguien lo hubiese rastrillado antes de encerarlo.
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