La Segunda Guerra Mundial: seis años de conflicto que cambiaron la historia para siempre
La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) fue uno de los mayores conflictos de la historia reciente de la humanidad y el más importante de todo el siglo XX. Estuvieron involucradas, de un modo u otro, no solo las grandes potencias económicas y militares de la época, sino también la mayor parte de las naciones del planeta, ya sea del bando de los Aliados (EEUU, Reino Unido, Francia y la URSS) o del bando de las Potencias del Eje (Alemania, Italia, Japón). Los seis años que duró esta “guerra total” transformó para siempre la configuración política del planeta y dejó cicatrices que aún hoy, pasados casi 80 años de su término, perduran en la memoria colectiva.
1939 – El inicio de las hostilidades
La Alemania nazi ya había dado muestras de su ambición territorial, expresada por el propio Adolf Hitler en términos de lebensraum (“espacio vital”) en su libro Mi lucha (1925), en el que había expuesto su plan político, social y militar para Alemania, y la necesidad de esta última de hacerse con los territorios de las naciones del este de Europa. Con ello en mente, el 23 de agosto de 1939 el régimen alemán firmó un pacto de no agresión con la Unión Soviética de Stalin, en el que —saldría a la luz mucho después— se repartieron el territorio polaco y pactaron una nueva frontera entre sus naciones.
Este pacto significó una carta blanca para la invasión de Polonia, evento que dio inicio a la Segunda Guerra Mundial. Ya Alemania se había anexado Austria y Checoslovaquia sin que las naciones aliadas movieran un dedo para impedírselo; pero ese 1ero de septiembre de 1939, cuando el ejército alemán invadió el territorio polaco, las alianzas políticas y militares de Polonia con Francia y Gran Bretaña encendieron la mecha de un conflicto mucho mayor. La Segunda Guerra Mundial estaba por empezar.
El 3 de septiembre, Francia y Gran Bretaña declararon la guerra a Alemania, mientras que Estados Unidos trataba de mantenerse neutral. Con la Unión Soviética irrumpiendo del otro lado del territorio polaco, Varsovia se rindió el 27 de ese mismo mes, así que la mitad de su territorio se sumó a lo que ya se llamaba el Drittes Deutsches Reich, o sea, el tercer Imperio Alemán. Casi un mes después, los primeros judíos alemanes fueron deportados a territorio polaco, sus propiedades confiscadas y ellos mismos obligados a portar una estrella amarilla en su vestimenta.
A finales de ese año, un atentado contra la vida de Hitler en Múnich fracasó el 8 de noviembre. La última oportunidad de prevenir el conflicto a gran escala se perdió para siempre. Sin embargo, no fueron los alemanes los únicos en expandir sus fronteras ilegalmente: la Unión Soviética invadió el territorio de Finlandia, mientras que Japón avanzaba en su dominio del norte de China, como parte de la guerra sino-japonesa que había iniciado en 1937.
1940 – La caída de Europa occidental
El invierno entre 1939 y 1940 fue calmo. Mientras Alemania reagrupaba sus fuerzas, las naciones de Europa Occidental jugaban a la defensiva. Esto ocasionó que la prensa de la época bautizara al conflicto como “la guerra de broma” o “la guerra de mentira”. Pero la llegada de la primavera trajo consigo nuevos avances: Alemania invadió Dinamarca y Noruega el 9 de abril de 1940, y puso en evidencia la efectividad de sus métodos de guerra relámpago o Blitzkrieg. Por su parte, Dinamarca sucumbió rápidamente; pero en Noruega la lucha se prolongó hasta junio, gracias a la ayuda de los soldados británicos.
Los siguientes territorios en caer frente a la Wehrmacht alemana fueron los de Luxemburgo, Bélgica, Holanda y el norte de Francia, todos durante el mes de mayo de 1940. Mientras tanto, en la Polonia ocupada, el Imperio Alemán construía el que fue el más grande de sus campos de concentración y exterminio de enemigos políticos y ciudadanos de razas consideradas “inferiores”: el complejo de Auschwitz-Birkenau.
En junio de 1940, la aviación alemana bombardeó París. Sus aliados italianos decidieron entonces sumarse a la guerra, e invadieron a su vez el sur de Francia. El gobierno francés firmó el armisticio con sus agresores el 22 de junio y estos crearon un gobierno títere, conocido hoy como la Francia de Vichy. Alemania hubiese querido invadir también el Reino Unido, pero era mucho más complicado al tratarse de una isla, por lo que inició un intenso bombardeo de las ciudades inglesas a partir del 13 de agosto.
Por su parte, la Unión Soviética conquistó en junio de ese año los países bálticos, para expandir su propio imperio por Europa del este. En agosto hicieron lo propio las fuerzas japonesas con Indochina y las fuerzas italianas con Grecia y el norte de África, queriendo arrebatarle a las potencias europeas sus territorios coloniales africanos. En la cumbre de sus victorias, el 27 de septiembre los gobiernos de Alemania, Italia y Japón firmaron el Pacto Tripartito de Potencias que los consagró como aliados. El 20 de noviembre Hungría se les sumaría y en marzo de 1941 lo haría también Bulgaria.
Ante este panorama, los Estados Unidos vieron cada vez más difícil conservar su neutralidad. En noviembre le ofrecieron ayuda financiera a los países aliados, y a comienzos de 1941 brindaron 50 millones de dólares en insumos militares a Reino Unido y otros 37 países aliados.
1941 – La expansión del conflicto
El año 1941 inició con la expansión de Alemania en el norte de África, tras la llegada de su ejército —conocido como el Afrika Korps— a Libia. Su misión era compensar los fracasos de Italia en su intento por conquistar las colonias africanas británicas. Igualmente, la guerra se extendió hacia los Balcanes, especialmente hacia el territorio yugoslavo, cuyo gobierno se rindió ante Alemania el 17 de abril. Grecia, después de haber sido liberada de los italianos por una operación conjunta británico-australiano-india, volvió a caer bajo las fuerzas del Eje, esta vez frente al ejército alemán, el 27 de abril.
El 22 de junio, lo impensable ocurrió: Alemania inició su invasión del territorio soviético, conocida como Operación Barbarossa. Aliado con Italia, Rumanía, Hungría, Eslovaquia y más tarde Finlandia, el Imperio Alemán violentó las fronteras pactadas en la invasión de Polonia, expandiéndose decididamente hacia el este. A partir de ese momento sostuvo la guerra en todos sus frentes.
Según testimonios de diplomáticos nazis como Rudolf Hess o Joachim Von Ribbentrop, Hitler estaba seguro de que, tarde o temprano, el resto del mundo occidental entendería que su imperio era el único freno para el avance del comunismo soviético, y apoyaría su cruzada contra Stalin. Lo que ocurrió fue justamente lo contrario: el 12 de julio la Unión Soviética y Gran Bretaña firmaron un pacto de asistencia militar mutua.
El avance alemán sobre la Unión Soviética fue rápido e implacable, pero no lo suficiente. A 30 kilómetros de Moscú, el crudo invierno ruso acudió en ayuda de los defensores. Y la guerra a partir de entonces inició un giro de 180 grados. La ofensiva alemana llegó a un alto y tuvo que emprender la retirada hasta 250 kilómetros de Moscú.
A la par, el 7 de diciembre Japón decidió bombardear la base estadounidense de Pearl Harbor en Hawai, a lo que los Estados Unidos respondieron con una declaración de guerra. Y aliadas con el Imperio Japonés, tanto Alemania como Italia declararon la guerra a los Estados Unidos un día más tarde. Una decisión que les costaría muy caro.
1942 – Un trágico interludio
La expansión de los Afrika Korps alemanes hacia el Oriente Medio permitió que los aliados reagruparan sus fuerzas en África a comienzos de 1942. El debilitamiento de las fuerzas invasoras comenzó a hacerse evidente tras la Primera Batalla de El Alamein en julio de 1942, donde las fuerzas británicas detuvieron el avance alemán sobre Egipto.
En general, el avance de las fuerzas del eje se ralentizó al toparse con nuevas fuerzas de resistencia. La batalla naval se intensificó con la entrada de los Estados Unidos al conflicto y el Pacífico se convirtió en uno de los más intensos frentes de batalla, mientras que la superioridad aérea alemana comenzaba a declinar en favor de los aviones estadounidenses. En este interludio tuvo lugar la Conferencia de Wannsee, donde los altos jerarcas nazis decidieron implementar la “solución final” para exterminar la población judía de Europa. Esto, tristemente, se sabría solo al final de la guerra y en sus años posteriores.
En septiembre de este año, las fuerzas alemanas intentaron desesperadamente contener la contraofensiva soviética. El sexto ejército alemán fue sitiado por el Ejército Rojo en Stalingrado, dando inicio a una batalla que concluyó el año siguiente con la rendición de los alemanes.
1943 – El comienzo del fin
El año de 1943 trajo malas noticias para las Potencias del Eje. La campaña africana fracasó, cuando las fuerzas alemanas capitularon ante las británicas en Túnez el 13 de mayo. Eso dejó un corredor abierto para el desembarco aliado en la isla de Sicilia. El desempeño de las fuerzas italianas fue desastroso y en julio de ese año el régimen fascista de Benito Mussolini se vino abajo. Destituido por el rey de Italia y depuesto por el consejo de su propio partido, Mussolini perdió el control del país y las primeras negociaciones de paz con los aliados tuvieron lugar.
El 3 de septiembre las tropas aliadas invadieron Italia continental y 5 días después el gobierno italiano se rendía, tal y como se había acordado previamente. Esto obligó a Alemania a movilizar tropas hacia Italia, para liberar a Mussolini el 12 de septiembre y crear un gobierno italiano títere, conocido como la República Social Italiana. La llegada del ejército alemán impidió el paso de los aliados hasta comienzos de 1944.
Mientras tanto, la contraofensiva soviética empujaba cada vez más y más hacia Europa. A finales de año, sus tropas estaban ya en el borde de la antigua frontera germano-soviética en Polonia, y la derrota de las fuerzas alemanas parecía cuestión de tiempo. Un destino similar sufrían los japoneses frente al ejército estadounidense en el Pacífico: en septiembre habían perdido sus bases más importantes en Nueva Guinea, las Islas Salomón y Salamaua. Las Islas Marshall cayeron a inicios del año siguiente y a ellas les prosiguieron las Filipinas.
El 28 de noviembre de ese año se encontraron por primera vez cara a cara los líderes del bando aliado, en la Conferencia de Teherán: Josef Stalin , Franklin D. Roosevelt y Winston Churchill.
1944 – El Eje se derrumba
A comienzos del nuevo año, el avance del ejército soviético en el frente oriental era ya indetenible. Rumanía, Hungría y Bulgaria, antiguos aliados del Eje, cayeron uno a uno ante el Ejército Rojo y sus respectivos nuevos gobiernos le declararon la guerra al Imperio Alemán. La cercanía del ejército soviético, además, inspiró a las resistencias polaca y yugoslava, que comenzaron a sublevarse hacia finales de 1944, mientras que las fuerzas alemanas hacían todo lo posible por cubrir las huellas del genocidio perpetrado en sus campos de concentración.
El 6 de junio se produjo el desembarco de Normandía, en Francia, y la sangrienta liberación de Europa tuvo su comienzo. Ya en octubre, las fuerzas aliadas el norte de Francia y la ciudad belga de Aquisgrán; los alemanes, derrotados, solo podían bombardear a los aliados con sus misiles V-1 y V-2, tratando de ralentizar su avance. Su desesperación era tal, que el 20 de julio fracasó un nuevo atentado en contra de la vida de Adolf Hitler.
Por su parte, las fuerzas británicas e indias emprendieron hacia finales de año la ofensiva contra los japoneses en Indochina, mientras la aviación estadounidense dejaba al Imperio nipón sin acceso a materiales importantes, al destruir su marina mercante. La escasez de recursos entre las potencias del Eje se hizo crítica y decisiva.
1945 – El horror que pone fin al horror
El 27 de enero, el ejército rojo que avanzaba sobre Polonia liberó el campo de concentración y exterminio de Auschwitz-Birkenau, y sus terribles imágenes salieron por primera vez a la luz. A la par, las fuerzas aliadas bombardearon las ciudades alemanas, en especial la capital de Berlín y la ciudad de Dresde, la más castigada de toda Europa en lo que duró el conflicto. En esta última murieron entre 60 y 225 mil personas. Otro tanto ocurrió en la ciudad japonesa de Tokio, encendida en fuego bajo las bombas estadounidenses, donde murieron alrededor de 80 mil personas consumidas por las llamas.
El 15 de febrero, las fuerzas británicas se hallaban a orillas del río Rin, y un par de meses después, el Ejército Rojo irrumpió por el otro lado en Berlín. Todo estaba perdido ya para el Imperio Alemán. El 25 de abril, en el sur de Alemania, las tropas estadounidenses y soviéticas se toparon, frente a frente, por primera vez en la guerra. Tres días después, los partisanos comunistas italianos capturaron a Benito Mussolini y a su amante Clara Petacci y los ejecutaron en una plaza. Y tan solo dos días después, Adolf Hitler se suicidó en su búnker en Berlín. La guerra en Europa había concluido.
A pesar de la rendición incondicional de sus aliados, Japón resistió durante varios meses más. La sangrienta batalla se prolongó en el Pacífico hasta que, durante el mes de agosto de 1945, Estados Unidos lanzó dos bombas atómicas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Casi 150.000 personas perdieron la vida instantáneamente, y un nuevo símbolo del horror se sumó al catálogo de la humanidad. Sin embargo, el 14 de agosto, Japón anunció su intención de rendirse incondicionalmente. Sus tropas en China hicieron lo mismo el 9 de septiembre.
Solo entonces la Segunda Guerra Mundial se dio por terminada. Entre 40 y 100 millones de personas habían perdido la vida. Europa, Asia y parte de África estaban en ruinas. El mundo jamás volvería a ser el mismo.
Referencias:
- “Segunda Guerra Mundial” en Wikipedia.
- “Crónica (género periodístico)” en Wikipedia.
- “Crónica de la II Guerra Mundial” en Deutsche Welle (DW).
- “World War II (1939-1945)” en The Encyclopaedia Britannica.
- “Segunda Guerra Mundial” en National Geographic en Español.
¿Qué es una crónica periodística?
La crónica periodística es un tipo de texto narrativo y expositivo, que entre los géneros periodísticos ocupa un lugar particular, al ser considerado como un género híbrido. Esto quiere decir que combina rasgos de los géneros informativos y los géneros interpretativos, es decir, relata una serie de eventos reales, no ficticios, aportando información objetiva, verificable, pero también asomando una mirada subjetiva, personal, que refleja la manera de pensar del cronista.
La crónica es un género periodístico moderno, que tiene sus raíces en los relatos de viajes y los diarios de los grandes exploradores de antaño (como las Crónicas de Indias de los conquistadores españoles en América), reinventado a la luz de las necesidades periodísticas actuales. Es típico de los reporteros de guerra, los periodistas de investigación e incluso los escritores, en lo que se ha bautizado como la crónica periodístico-literaria, porque echa mano a recursos expresivos tradicionales de la escritura literaria.
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