La caída de las Torres Gemelas en Nueva York: el gran atentado terrorista que dio inicio al siglo XXI
Culminaba el primer año propiamente dicho del siglo XXI aquel martes 11 de septiembre de 2001, sin que nadie en Nueva York ni en ningún lugar de Occidente sospechara siquiera los eventos que tendrían lugar esa mañana. Eventos que parecen sacados de una película de Hollywood, pero que causaron daños muy reales y muy emblemáticos en el corazón de la urbe estadounidense: la destrucción de las Torres Gemelas del World Trade Center y de todas sus estructuras aledañas.
Esa mañana, los pasajeros de cuatro vuelos distintos de cuatro empresas aerotransportistas estadounidenses ocuparon los pequeños asientos en el interior de sus aviones. El vuelo 11 de American Airlines despegó a las 8:00 am del Aeropuerto Internacional Logan de Boston, con rumbo hacia la ciudad de Los Ángeles. Llevaba 92 personas a bordo. Del mismo aeropuerto, pero quince minutos después, hizo lo mismo el vuelo 175 de United Airlines, con igual destino pero con 65 personas a bordo. Ambos aviones eran modelos Boeing 767, con una envergadura promedio de 47 metros y una longitud de entre 40 y 60 metros.
Luego de apenas 20 minutos de vuelo, la sobrecargo Betty Ong, del primer vuelo, informó a la oficina de reservaciones de la empresa que el vuelo parecía estar siendo secuestrado. La información llegó minutos después al Mando de Defensa Aérea estadounidense (NORAD, por sus siglas en inglés). Y mientras tanto, dos vuelos más emprenden sus recorridos habituales: a las 8.21 am el vuelo 77 de American Airlines abandonó el Aeropuerto Internacional Dulles de Washington D.C. con rumbo a Los Ángeles y 64 personas a bordo; y el vuelo 93 de United Airlines despegó del Aeropuerto Internacional de Newark, en Nueva Jersey, con rumbo a San Francisco y 44 personas a bordo.
Ninguno de estos cuatro vuelos llegó a su destino.
A las 8:40 am, alrededor de 14.000 personas hacían vida normalmente en las dos torres del World Trade Center de Nueva York, uno de los edificios más icónicos de la ciudad, emblema del capitalismo corporativo americano y atracción turística inaugurada en 1973. Era imposible prever que dos aviones, a tan solo unos kilómetros de allí, enfilaran sus trayectorias hacia las dos torres, tras haber sido secuestrados por agentes suicidas de la agrupación terrorista islámica Al-Qaeda.
Cuando faltaban menos de quince minutos para las 9:00 am, lo impensable se hizo realidad. Frente a los ojos atónitos de turistas y trabajadores, el vuelo 11 de American Airlines se estrelló contra la Torre Norte del World Trade Center, causándole una herida inmensa en un costado, de la cual no tardó en manar humo negro. Los ojos del mundo se posaron en el edificio, en lo que parecía ser un lamentable y desafortunado accidente.
Pero a las 9:03 am, un segundo avión —el vuelo 175 de United Airlines, secuestrado mediante el mismo modus operandi— embistió la Torre Sur ante la mirada atónita de las cámaras de la prensa. Una bola de fuego envolvía la estructura, mientras que el gobierno reaccionaba ante lo que se hacía ya obvio: estaban siendo víctimas de un atentado terrorista.
Al término de la siguiente media hora, los vuelos 93 de United Airlines y 77 de American Airlines habían sido también secuestrados. El primero se estrelló en un campo en Pensilvania, presumiblemente porque su tripulación se rebeló contra sus secuestradores. El segundo, en cambio, se estrelló contra el Pentágono, la sede del Departamento de Defensa de los Estados Unidos. Los vuelos de todo tipo fueron suspendidos en el país entero, el Congreso y la Casa Blanca fueron totalmente evacuados, y el entonces presidente George W. Bush fue retirado de un acto en una escuela de Florida.
Pero la tragedia aún no terminaba.
Ante las cámaras del mundo y los ojos desesperados de quienes intentan evacuar las torres y las edificaciones cercanas, el incendio continuaba. Fue entonces cuando unas 200 personas tomaron, en palabras del periodista David James del diario británico The Sunday Times, “una decisión imposible”: para huir de las flamas infernales causadas por el combustible del avión, se arrojaron a una muerte segura, cayendo cientos de metros.
Finalmente, a las 9:59 am, luego de estar en llamas durante 56 minutos, la Torre Sur del World Trade Center cedió ante su propio peso y colapsó estrepitosamente. La gigantesca nube de polvo y hormigón que su caída levantó fue tan grande que abarcó manzanas enteras y causó daños en las edificaciones cercanas, muchas de las cuales fueron incendiadas o tuvieron luego que ser demolidas. Y a las 10:28 am, luego de arder durante más de hora y media, la Torre Norte imitó a su compañera: dos colosos de hormigón de 110 pisos cada uno yacían ahora en escombros, y se llevaron consigo manzanas enteras a la redonda.
Poco quedó del World Trade Center al final de ese día. Horas más tarde, el edificio 7 del World Trade Center, hasta entonces de pie, se derrumbó también, sumando sus 47 pisos a la desgracia del día. En total, las víctimas del atentado en el estado de Nueva York rondaron las 2600 personas, incluidos los pasajeros de ambos aviones, cuyos últimos minutos de vida fueron de un indescriptible terror. Numerosas personas permanecieron desaparecidas durante semanas y meses, e incluso algunas lo están todavía (24 personas).
El atentado no solo fue trágico en términos humanos, sino que fue un golpe inmenso e inesperado en la autoestima nacional estadounidense. Esa misma noche, en su alocución a la nación de las 8:30 pm, George W. Bush anunció el inicio de la guerra al terrorismo, una declaración que vaticinaba las guerras venideras en Afganistán y Oriente Medio, y a partir de ese momento el mundo entero pisó con firmeza el suelo ensangrentado del siglo XXI.
Referencias:
- “Crónica (género periodístico)” en Wikipedia.
- “Atentados del 11 de septiembre de 2001” en Wikipedia.
- “Diez pasos para escribir una crónica” por Roque Rivas Zambrano en el Instituto Universitario Nacional de Derechos Humanos “Madres de Plaza de Mayo” (Argentina).
- “Cronología en imágenes de los atentados del 11-S” en El País (España).
- “11 de septiembre: los recuerdos de una pesadilla que marcó a la humanidad” en France24.
¿Qué es una crónica periodística?
La crónica periodística es un tipo de texto narrativo y expositivo, que entre los géneros periodísticos ocupa un lugar particular, al ser considerado como un género híbrido. Esto quiere decir que combina rasgos de los géneros informativos y los géneros interpretativos, es decir, que relata una serie de eventos reales, no ficticios, aportando información objetiva, verificable, pero también asomando una mirada subjetiva, personal, que refleja la manera de pensar del cronista.
La crónica es un género periodístico moderno, que tiene sus raíces en los relatos de viajes y los diarios de los grandes exploradores de antaño (como las Crónicas de Indias de los conquistadores españoles en América), reinventado a la luz de las necesidades periodísticas actuales. Es típico de los reporteros de guerra, los periodistas de investigación e incluso los escritores, en lo que se ha bautizado como la crónica periodístico-literaria, porque echa mano a recursos expresivos tradicionales de la escritura literaria.
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