La naturaleza
¿A qué nos referimos exactamente cuando hablamos de la naturaleza? Esa tendría que ser la pregunta inicial de este ensayo, pues no podemos describir algo sin saber primero qué es. La naturaleza es la condición propia de las cosas, o sea, aquello que viene dado con el ser, que le resulta propio, que les inmanente. Podemos decir que alguien tiene una “naturaleza bondadosa”, por ejemplo, cuando queremos destacar que esa persona es noble. En este sentido, “naturaleza” es un sinónimo de “esencia”.
Este sentido de la palabra se mantiene cuando usamos el término “naturaleza” como sinónimo de “mundo natural”, o sea, de aquello que existe en el planeta como siempre ha existido, de acuerdo a sus propias reglas y su manera de ser, sin que participe en ello la voluntad del ser humano. Aunque los seres humanos formamos parte de la naturaleza, pues somos seres vivientes como lo son también las plantas y animales, tradicionalmente distinguimos aquello que existe “salvajemente” —o sea, que existe de acuerdo a sus propios principios— de aquello que existe de manera artificial o racional —o sea aquello que ha sido controlado o intervenido por el ser humano—. Es por eso que las ciudades, por ejemplo, no forman parte de la naturaleza.
La naturaleza es un entorno natural, aunque suene redundante: un lugar en el que las leyes del ser humano no han hecho su entrada todavía y, por lo tanto, se mantiene intacto, más o menos como ha sido a lo largo de los siglos. Podemos hallar la naturaleza en cualquier espacio virgen: un desierto, una selva impenetrable, la profundidad de los océanos o incluso en el campo, siempre que sepamos alejarnos de los espacios intervenidos por la humanidad.
¿Por qué es importante la naturaleza?
Para apreciar la naturaleza basta con comparar lo que existe en el interior de nuestras ciudades, con lo que podemos apreciar fuera de ellas. Donde las ciudades son homogéneas, o sea, parecidas entre sí, constantes y con poca presencia de animales y plantas, la naturaleza en cambio es diversa, múltiple, repleta de animales, plantas y procesos físico-químicos que esconden los secretos de la vida. Sin la naturaleza el mundo sería un espacio gris, monótono y moribundo.
Visto así, la naturaleza es el refugio de la vida frente a las ambiciones humanas. En la ciudad y en los espacios organizados según los intereses humanos, todo responde a una lógica productiva, a un plan, a una forma de estructurar la vida para obtener fines determinados (incluso si sale mal o si los proyectos no se cumplen).
La naturaleza, en cambio, es salvaje, incontrolable y no responde a ningún plan distinto al de la sobrevivencia y la reproducción: seres vivos engendran otros seres vivos y mantienen la especie diversa, cambiante, en continua adaptación a las condiciones de su entorno.
Mientras la humanidad ha cambiado el entorno para adaptarlo a sus necesidades y ambiciones, la naturaleza se mantiene pura, igual a sí misma, ya que en ella son los animales y los seres vivos quienes se adaptan al entorno. Esto significa que solo en la naturaleza los seres humanos podemos, paradójicamente, volvernos a vincular con nuestro lugar original en el planeta y recordar que somos seres vivientes, mortales, con las mismas necesidades que nuestros parientes de otras especies.
Además, solo en la naturaleza podemos hallar la materia prima para nuestros complejos procesos industriales, y solamente en ella podemos, eventualmente, recuperar la perspectiva respecto de qué somos. Es por ello que muchos sabios, ascetas, profetas y gurús se alejan de la humanidad y se adentran en la naturaleza durante un tiempo: abandonar la lógica humana durante un rato les permite alcanzar la iluminación.
¿Debemos preservar la naturaleza?
Desde luego que sí. Nuestra misión como especie en la actualidad no es otra que encontrar la manera de conciliar nuestros deseos y nuestro modelo de vida postindustrial con la perpetuidad de la naturaleza. De no lograrlo, estaremos cambiando rápida e irreversiblemente el entorno natural que permitió el surgimiento mismo de nuestra especie, y creando un mundo diferente, poco apto para numerosas especies animales y vegetales y, posiblemente, poco apto para nosotros mismos. Se trata de una carrera autodestructiva para nuestra especie.
La naturaleza, entonces, debe ser protegida de nuestras ambiciones. De la contaminación que la envenena y la modifica de modos impredecibles, de la voracidad de nuestras industrias que destruyen hábitats enteros para sembrar plantas útiles y rentables, o para obtener materiales que transformar en productos tecnológicos, e incluso de nuestra comodidad y nuestra desidia, ya que a pesar de que los efectos de la destrucción ambiental están a la vista de todos, aún así muchos de nosotros no queremos hacernos responsables y hacer los cambios necesarios para remediarlo.
Solo preservando la naturaleza podremos garantizar nuestra continuidad como especie en el planeta, y no tener que emprender alguna pesadilla tecnológica como alternativa a un mundo destruido ambientalmente. A fin de cuentas, este mundo funciona perfectamente tal y como está.
Referencias:
- “¿Qué es un ensayo descriptivo?” en El pensante.
- “Ensayo” en Wikipedia.
- “Naturaleza” en Wikipedia.
¿Qué es un ensayo descriptivo?
Un ensayo descriptivo es un tipo de texto ensayístico (o sea, de reflexión escrita en prosa) que se caracteriza por abordar un tema específico (un lugar, por ejemplo, o una persona, o un evento histórico, o algún referente puntual) y describirlo de manera exhaustiva, esto es, resaltar sus rasgos o características más destacados o relevantes para el autor. Sin embargo, como en todos los ensayos, en este tipo de textos la subjetividad del ensayista es clave para definir cuáles son las características más destacadas o cuál es la perspectiva desde la cual se describirá el tema o el referente elegido.
Sigue con:
¿Te fue útil esta información?
Sí No¡Genial! gracias por visitarnos :)