El narrador es el ente o personaje que relata los acontecimientos que ocurren a lo largo de una historia. Es el nexo entre la acción descripta y los lectores.
Según la voz que utilice y el grado de implicancia con el relato, existen tres tipos de narradores: el narrador en primera persona; el narrador en segunda persona y el narrador en tercera persona.
El narrador puede o no ser un personaje de la historia y es a través de su relato y el ángulo desde el que mira los hechos que el lector interpreta y percibe los acontecimientos que conforman la historia.
El narrador en primera persona está inserto en la historia: narra los acontecimientos desde la óptica del protagonista o de alguno de los personajes que forman parte de la historia. Forma parte del mundo imaginario de la narración. Por ejemplo: Preparé café, con los pocos granos que quedaban al fondo de la lata, tomé mi pluma, y puse manos a la obra.
Este tipo de narrador le otorga un tono vivencial y realista a la historia porque se supone que estuvo en el lugar de los hechos. Además, la primera persona le brinda al lector una mayor información sobre el personaje, más allá de que sea o no el protagonista de la historia.
- Ver además: Narrador en primera, segunda y tercera persona
Tipos de narradores en primera persona
Narrador testigo
Quien narra la historia no es su protagonista, sino un personaje que estuvo presente y fue testigo de los principales sucesos que conforman a la historia.
Este narrador no conoce los pensamientos del protagonista pero, por medio de su relato y descripciones, el lector puede conocer la evolución de la historia. De acuerdo con la historia, el tono del narrador testigo puede ser personal o impersonal.
Ejemplos de obras escritas con narrador testigo:
- La ventura de la inquilina del velo, de Arthur Conan Doyle.
- El Gran Gatsby, de F. Scott Fitzgerald.
Narrador protagonista
El narrador cuenta su propia historia, desde su punto de vista. Para ello, se vale de la primera y de la tercera persona. A lo largo de su narración, plasma sus recuerdos, sensaciones, pensamientos y sentimientos. A diferencia de otros narradores, el protagonista jamás conoce qué piensa el resto de los personajes. Se trata, quizás, del tipo de narrador más utilizado por su sencillez y porque resulta más intuitivo.
Ejemplos de obras escritas con narrador protagonista:
- Viaje de Gulliver a Liliput, de Jonathan Swift.
- El último cliente de la noche, de Marguerite Duras.
- Lolita, de Vladimir Nabokov.
Narrador en flujo de pensamientos
Es quizás el tipo de narrador menos utilizado en la literatura. Consiste en describir de manera literal el pensamiento de un personaje, por lo que su narración no está destinada a nadie más que a sí mismo.
También conocido como monólogo interior, este narrador busca plasmar el pensamiento del personaje en tiempo real. Por ello, se caracteriza por ser una secuencia caótica de las reflexiones, fantasías, ideas, sensaciones y emociones del narrador. Cuando el autor apela a este tipo de narrador, suele no respetar las reglas de sintaxis y puntuación, para darle mayor veracidad al relato.
Ejemplos de obras escritas con narrador en flujo de pensamientos:
- El ruido y la furia, de William Faulkner.
- La vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca.
Ejemplos de narradores en primera persona
- Narrador protagonista
Tenía varias cosas que resolver aquel día. Y sabía que el trabajo no sería una de mis prioridades. Los formularios que debía completar si quería salir de ese país que hacía años había perdido su rumbo se agolpaban sobre la mesa, que hacía meses no usaba ni siquiera para apoyar una taza de café por lo atestada que estaba.
Aún tenía varias cajas repletas de libro que debía ubicar en casa de mis padres antes de que el dueño de aquel sucucho que alquilaba me obligara a abandonarlo. Y ni siquiera me había despedido de mis amigos, ni de las personas cuyos rostros sabía que iba a extrañar una vez que ponga un pie en vaya a saber qué país de Europa del Este.
Agarré el teléfono, y sin pensarlo, llamé a Néstor, y le pedí que me tenga listo un certificado médico que me excuse de ir a trabajar al menos por los siguientes tres días. Preparé café, con los pocos granos que quedaban al fondo de la lata, tomé mi pluma, y puse manos a la obra.
- Narrador testigo
De golpe, abrió la puerta de madera que separaba a ese tugurio del mundo exterior, lo que hizo girar la cabeza de más de un comensal; dejó su tapado color café sobre una silla; encendió un habano; pidió algo de comer y se zambulló entre las páginas de un diario que, seguramente, tenía varios días sobre aquella mesa repleta de migas y quién sabe qué.
Al rato, llegó quien luego supe sería el detective al que había contratado para encomendarle la difícil tarea de averiguar quién era aquel hombre que lo había estafado semanas atrás. La conversación duró apenas unos minutos, y cuando el mozo trajo su pedido, el detective ya se había puesto su sombrero gris, y guardaba en el bolsillo izquierdo de su piloto la libreta destartalada en la que había tomado algunas notas.
En ningún momento me vio sentado al fondo de la cantina en la que solía almorzar cada mediodía, para huir, al menos por un rato, del agujero negro al que solía llamar “oficina”.
- Narrador en flujo de pensamientos
¿No se cansa de contar siempre la misma anécdota? ¿No se da cuenta que a nadie le importa y de que ni siquiera es graciosa? ¿Que ya nadie tan siquiera finge una sonrisa como antes, cuando todavía no le habíamos perdido el respeto por completo?
Lo peor de todo es que este mediocre es quien manda, es quien gana más dinero que todos nosotros juntos y encima de él depende el rumbo de esta empresa, que hace tiempo lo perdió. Y que a él ni siquiera le preocupa. Ni siquiera se entera. Sigue jugando a ser el empresario con su secretaria y su chofer mientras todos nos hundimos.
El que sabe, sabe y que el que no, es jefe, decía mi padre. Nunca pensé que esa frase hecha y que escuché hasta el cansancio podría ser tan cierta hasta que puse un pie en este lugar. Maldito sea el día en que firmé ese contrato que me ata a este circo al que algunos siguen llamando compañía.
Por favor dios, que suene ese teléfono, que alguno de los tantos currículos que envié haya servido para algo y que este lugar, dentro de unos meses, no sea más que un gris recuerdo.
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