El día en que se apaguen las estrellas
Será un día terrible, aunque lejano todavía, el día en que se apaguen las estrellas. Empezará de a poco, un punto brillante a la vez, la negrura del firmamento a extenderse, como el tintero derramado por un niño haciendo de mala gana su tarea. Quienes lo veamos, incrédulos, hallaremos explicaciones diferentes, unas más rebuscadas, otras rayando lo religioso porque nadie querrá enfrentarse al universo frío y oscuro que se avecina.
Otros, en cambio, desesperarán. Dirán que existir ya no tiene sentido, que en adelante la vida será como andar a ciegas en una enorme caverna, sin esperanza alguna de volver a ver el sol. Y otros más, en cambio, se romperán los sesos en busca de una solución. Se aferrarán hasta el último minuto a la esperanza de que la razón triunfe, allí donde la naturaleza fracase o simplemente se muestre cruel e indiferente respecto al destino de los que existen todavía. Pero incluso ellos, nuestros cerebros más brillantes y audaces, deberán resignarse, dejar a un lado sus instrumentos y las pantallas de sus computadores, y encarar el espectáculo infinito de las luces extinguiéndose para siempre.
Será un día terrible, aunque cargado de resignaciones, el día en que se apaguen las estrellas. Comprenderemos que no había nada aguardando nuestra llegada al final de los tiempos, que no había Arcadia ni paraíso al cual devolvernos, ni salvación tecnológica a manos de dioses de cable y acero. Suspiraremos al unísono comprendiendo que no hacía falta tanta lidia, tanto esfuerzo, tanta hostilidad sostenida por siglos, y que existir era en sí mismo el paraíso.
Lamentaremos el tiempo perdido en odiarnos, en convertir al vecino a nuestra religión, en debatir la verdad profunda de un universo que, ya en aquel entonces, se apagaba. Y alcanzaremos, uno a uno, la misma desabrida conclusión: que fue bueno mientras duró, que fue hermoso, que al final bastaba con afinar la vista y el oído, porque el mundo en su esplendor fue lo que fue y que todo se acaba. Y nos bastará con sentir la mano temblorosa de nuestros hermanos en la tiniebla.
Será un día terrible, pero liberador, el día en que se apaguen las estrellas. No habrá guerras, ni disputas, ni acaloradas discusiones políticas o financieras. Todos esos asuntos habrán perdido sentido y seremos libres de ellos, por primera vez en quién sabe cuánto tiempo. Nadie recordará en los instantes finales de oscuridad los intereses devengados en un portafolio de inversión, ni los aplausos del público al terminar el discurso ante el Congreso, ni ninguna otra cosa que no sea el fulgor de aquella fogata de infancia en la que un hermano o un primo tocaron en la guitarra una melodía triste y profunda. El tímido olor a manzanas de la cocina materna extraviada en la memoria. El temblor emocionado de un primer beso otorgado a la persona incorrecta. Y tendrán nuevamente sentido las flores y las nubes y las mordidas de un perro en la infancia, y los brazos extendidos de esa pareja a la que negamos un último abrazo. Todo tendrá sentido bajo la única luz del recuerdo.
Será un día terrible, pero eterno, el día en que se apaguen las estrellas. Y pronto no habrá nadie allí para verlo, ni nada que ver, sino el golpe de péndulo de una fuerza lejana, que lo enciende todo a su paso como un huracán poderoso. Y nuevas rosas de fuego nacerán cuando ya nadie las mire, y húmedas rocas girando a su alrededor hervirán con nueva vida y con nuevos ojos dirigidos hacia el espacio, poblado de nuevas luciérnagas, nuevas promesas de un fin venidero. Hasta que un día, más lejano todavía, comiencen nuevamente las estrellas a apagarse.
Referencias:
- “Tipos de textos” en Wikipedia.
- “Reconocer en un texto literario los elementos característicos que le dan sentido” en el Centro de Recursos para Docentes de la RIED de la Organización de Estados Americanos (OEA).
¿Qué es un texto literario?
Un texto literario es un tipo de escrito que va más allá del mero hecho de comunicar una idea o un sentido y que apuesta, por lo tanto, por brindar al lector una experiencia estética, o sea, una experiencia de la belleza. Esto quiere decir que un texto literario le da mucha importancia no solo a lo que dice, sino a cómo lo dice y a la pluralidad de significados que puede expresar a través de las palabras adecuadas.
Los textos literarios forman parte de la tradición artística de la humanidad desde tiempos remotos, es decir, de la literatura, y se organizan en grandes grupos conocidos como géneros, que presentan rasgos básicos más o menos comunes. En la actualidad, los géneros literarios son: la poesía, la narrativa (el cuento, la novela, la crónica) y la dramaturgia (o sea, los textos teatrales).
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